Compañeros Indeseables

Imagen de Kris en Pixabay.

Sentados los dos, aquí en mi apartamento, la miro con ternura. Parece tan dulce, tan frágil. Me mira con esos ojos suplicantes y, sin decir ni una sola palabra, me lo dice todo. Sin embargo, lo más expresivo es su tatuaje. En la cara, bien a la vista, para que no haya confusión. Revelador. Distintivo. Selectivo. Determinante. Como el mío.

Solo hace unos meses que desperté en esta nueva vida, con vagos recuerdos que flotan en mi mente. Solo los que ÉL me permite guardar. Cada día pierdo alguno más o los pocos que intentan perdurar se muestran confusos, contradictorios. De hecho, ya no estoy seguro de cuáles son míos y cuáles me han sido implantados. Cada vez me es más difícil identificar la persona que era antes de que ÉL llegara.

Ya no recuerdo cuál era mi nombre, si lo tenía. Dónde vivía y cómo llegué aquí. ¿Tenía familia? ¿A qué me dedicaba? ¿Trabajaba, o acaso por mi edad debía de estar todavía estudiando? Cuando me miro al espejo veo a un ser joven, por fuera; pero muy viejo, por dentro.

La realidad es que todos estos datos son irrelevantes, porque el pasado ya no me sirve para nada. En este nuevo mundo solo importa el presente. El ahora.

Y el ahora inmediato se centra en la chica que está a mi lado.

Me sigue mirando, sumisa. ¡Se la ve tan tierna! Quiero decir… joven, deseable, sabrosa… ¡Nooo! Solo es bella, sugerente, linda, deliciosa… ¡Mierda! Está volviendo a pasar y no puedo hacer nada por evitarlo. Mis ojos no pueden dejar de verla como lo que es, lo que necesito.

Y ella lo sabe. Sabe que está conmigo compartiendo sus últimos momentos de vida.

No, no la tengo secuestrada, ni la he obligado de forma alguna a venir. Me la encontré por la calle. Vi su tatuaje y ella el mío. Los dos comprendimos. Cuando se lo pedí, vino voluntaria y dócilmente. Como debía ser. Todos ahora deben acatar las circunstancias de su clase.

¿Cómo nos identificamos? Evidentemente, por el tatuaje.

Bien visible, para que no haya ninguna duda de tu lugar en el nuevo orden social. Todos están doblegados a mostrarlo abiertamente. Ocultarlo trae consigo los mayores castigos. Ha de ser perfectamente identificable a dónde perteneces. A la élite de los que eligen o al de los siervos que son elegidos. ÉL decidió que yo perteneciera a los primeros. Alguien determinó que ella debía integrar en el de los segundos.

Entremedias hay muchas subclases, según la necesidad productiva o de mantenimiento del sistema. Cada uno con un tatuaje descriptivo de su labor y sus falsas ilusiones y necias esperanzas. Todos creen que pueden aspirar a mi orden, pero en realidad terminan con un segundo tatuaje en su cara. Así son descritos como improductivos o inoperantes, lo que los hace caer más bajo que los siervos.

Pero la gran verdad es que ninguno elegimos pertenecer a ningún grupo. Nadie decidió voluntariamente.

Desvarío.

Tengo que dejar de pensar en estas cosas y centrar mi atención en la chica. No puedo permitir que ÉL pierda la paciencia y la tolerancia que hasta ahora me ha consentido.

Ella ya no disimula su miedo. Está asustada. Aunque, tal vez debería decir aterrorizada. Sabe lo que le espera. Y yo no puedo hacer nada. ÉL está a punto de llegar. ÉL viene a tomar el control. Él será el que decida. Él hará de nosotros lo que quiera.

Me duele. Quiero resistirme. Pero, ¡tengo tantísima hambre!

La apremio para que beba de su copa. Eso la adormecerá. Otra de las deferencias que me consiente. De esta forma, cuando llegue estará dormida. ÉL/YO no tendremos que doblegarla. Ella no sufrirá.

Siento como mi vista se va nublando. Cuanto más nebuloso se vuelve el entorno, más se agudiza mi olfato. ¡DIOS SANTO! ¡Qué bien huele esta chica!

Lo siento, pequeña. Espero que no te des cuenta de nada y que en la otra vida te toque otro tatuaje.

¡Maldita sea! Cada vez me cuesta más subyugar a este tipo. Debería estar cansado, débil y abandonarse a mi autoridad. Pero se agarra, desesperadamente, a su cuerpo y su mente se muestra reacia a someterse. Ya se lo he advertido demasiadas veces. Si no se doblega lo echaré y me quedaré solo en esta funda. No me es necesario, pero me divierte ver cómo actúa, como piensa, como cree que es libre por unas horas.

Pero YO soy su dueño y decido el momento.

Como ahora.

El hambre se hace irresistible y esta chica es un plato delicioso.

Ahora, ÉL soy YO.

Relato que participa en la propuesta literaria del VadeReto de este mes:
Escribe una historia relacionada en referencia a un Tatuaje.

P.D. Si queréis saber más sobre esta historia —cómo, cuando y porqués—,
podéis obtener algunas respuestas en mi Making off.

P.D.2: Cabecera creada a partir de la Imagen de Tomislav Jakupec en Pixabay.

P.D.3: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.