VadeReto (JUNIO 2023).-

Descripción del logo: Como fondo se ve una ventana vista desde el interior. La luz que atraviesa el cristal, deja en penumbra todo lo demás. No se distingue el exterior, solo el enrejado de la ventana y unas hojas verdes que lo adorna. En la parte superior, aparece el texto "VadeReto", en rojo, con relieve y con trazo blanco bordeándolo. En la zona inferior, sobre una placa dorada con apariencia de estar clavada con cuatro tornillos, encima aparece grabado el mes y año en curso, en azul. En su vértice superior izquierdo aparece una pluma estilográfica y en el inferior derecho un lápiz con goma de borrar, ambos encima y cruzando la placa. La imagen queda formando un cuadrado, con los textos centrados horizontalmente.
Para ir a los relatos participantes, pulsa AQUÍ.

Buenos días/tardes/noches sean…

¿Sois personas curiosas, o tal vez cotillas?

¿Qué tienen de especiales vuestros vecinos, o tal vez vivís frente al mar, la montaña o alguna plaza pública?

¿Te has preguntado alguna vez qué hay más allá de unos cristales?

Estas preguntas se las podéis hacer al protagonista del reto de este mes. Porque vuestros relatos para este VadeReto se inspirarán en…:

LA VENTANA

Imagen, en blanco y negro, de una persiana, de las llamadas Venecianas (lamas unidas por hilos). No se distingue el exterior, ni tampoco toda la ventana. Es un primer plano muy cercano.
Imagen de DQGGGGE en Pixabay

Además de la fotografía, esta es la base para que construyáis vuestra historia:

Nuestro protagonista espera ansioso la llegada de la noche para situarse junto a la ventana.
A veces se sienta, otras permanece de pie.
Espera, nervioso e impaciente; deseando ver algo que le ha creado adicción.
Desde su piso, bastante alto, domina todo el exterior.

¿Qué es lo que se dispone a ver?

¿Quién es nuestro protagonista? ¿Es un fisgón, un voyeur o un estudioso?

¿Le interesan los vecinos, el paisaje, la luna o, simplemente, ve el pasar del tiempo?

¿Lo hace ocultándose o no le importa que le vean? ¿Es eso, tal vez, lo que quiere?

Vosotros le dais juego a esta historia. Podéis responder algunas de estas preguntas o descubrir otras.

Ya sabéis que tenéis disponibilidad para cambiar algo de lo sugerido; aunque debéis respetar a la protagonista pasiva, LA VENTANA.


Citas:

«El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada».


«Yo te miro, yo te miro sin cansarme de mirar y que lindo niño veo a tus ojos asomar».


«A fuerza de mirar, uno se olvida de que puede ser también objeto de miradas».


Preparad vuestra butaca, poneos algo de beber, recargad vuestra paciencia y disponeos a mirar por esa ventana. ¿Qué verán vuestros imaginativos y creativos ojos?

Besos Múltiples, Abrazos y Ashushones.
😊😉😘😘😘

P.D. Fondo de la Cabecera a partir de las imágenes de
Dorothe (Pixabay); y StockSnap (Pixabay).
Fondo del Logo a partir de la Imagen de Bertsz en Pixabay, edición JascNet.

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

RELATOS PARTICIPANTES:
(por orden de participación)

  1. LA VENTANA DE LA ESPERANZA, de Marlen Larrayoz (Trujaman)
  2. DESDE LA VENTANA, de Noelia de la Flor (Con Zeta de Zombi)
  3. LA VENTANA, de Marifelita (Marifelita.blogspot.com)
  4. AQUELLA VENTANA, de Merche (Mercedes Soriano Trapero) (Literature and Fantasy)
  5. LA VENTANA, de Ana Piera (Píldoras para Soñar)
  6. LA VENTANA, de Flor (El Baúl de mis Libros y Juguetes)

La Impasible Vigilante

Desde su privilegiada posición, observa. Haciéndolo con gran serenidad –son muchos años en su puesto– intentando mantenerse inmutable y pasar inadvertida.

Hoy, algo la distrae de su ardua labor. Suenan gritos y llantos, alterando la tranquilidad del lugar. Dos niños, que suelen jugar juntos, se pelean. Sus caras, encarnadas, y sus gestos revelan el tono de la contienda. ¿Qué puede haberlo provocado? Ve a los padres, más alejados, también alterados. ¿Acaso su disputa contagia a los pequeños?

Últimamente, ve el mundo demasiado irascible. Caras muy serias paseando con pocas sonrisas, la mayoría ocultas en sus móviles. ¿Prefieren ocultar la cara entre imágenes congeladas? ¿De verdad el mundo se está llenando de odio y rencor?

Se siente tan sola y desarmada. ¿De qué le vale vigilar si no puede interferir en los sentimientos de la gente? De hecho, ya nadie se percata de su presencia.

Mientras se encierra en su mutismo, ve a una niña acercarse a los pequeños combatientes. Saca algo de sus bolsillos –¿caramelos?– y le da uno a cada uno. Los niños dejan de pelear y vuelven a desenfundar sus espléndidas sonrisas. La pequeña los deja, ahora tranquilos y colaborativos, y se sienta junto a su peana.

Después de un hondo y sonoro suspiro, le dice a su peluche. «¿Has visto lo fácil que es endulzar a la gente? ¿Por qué los médicos no recetan más caramelos?».

La mujer siente de nuevo latir su pétreo corazón y una aparente sonrisa ilumina su cara de piedra.

¡AÚN QUEDA ESPERANZA!

Fotografía del Monumento a Gades (nombre de Cádiz en la época romana).
Monumento a Gades (nombre de Cádiz en la época romana).

Esta es la sucesión de emociones que he querido plasmar:

VIGILANCIA → SERENIDAD → DISTRACCIÓN → MOLESTIA → ASOMBRO → TEMOR → TRISTEZA → CONFIANZA → ALEGRÍA → ESPERANZA

(250 palabras, sin incluir el título)

Un cuento creado para La Paleta de las Emociones,
reto propuesto por El Tintero de Oro:
Escribe un micro inspirado en una emoción como mínimo.

Banner ilustrativo de la entrada en El Tintero de Oro.

P.D.: Cabecera creada a partir de la Imagen de Javier Gálvez en Pixabay.

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

Calma con el Karma

Tengo el sueño pesado y denso; cuando doy una cabezada me puedo despertar con el cambio de siglo. Pero esta vez, creo que la siesta se me fue de las manos.

No recuerdo dónde, cuándo, ni la forma en que me quedé dormido. Soy así de espléndido. Caigo en coma onírico con facilidad y luego, durante unos instantes, pierdo hasta el sentido de la ubicación.

Cuando abrí los ojos, el corazón no se me salió por la boca porque lo tengo grande y duro, bien adiestrado; pero, puede que estuviera buscando otra salida, mis intestinos se retorcían peligrosamente.

En una oscuridad obscena, solo vi dos ojos: amarillos, intensos, eléctricos, desafiando mi cordura. Estaban tan cerca de mi cara que me costó enfocarlos.

Sobre un fondo totalmente negro se ven dos ojos fulgurantes, amarillos e intensos. Nada más.
Imagen de Jacques GAIMARD en Pixabay.

Volví a cerrar los míos, febril y enérgicamente, tanto que casi empecé a llorar. También es posible que fuera por el ataque de pánico que me produjeron esos ojazos.

«Es un sueño, una maldita y asquerosa pesadilla», pensé; aunque hubiera preferido gritarlo. No, no temí por mi hombría, más bien porque la espeluznante visión se mosqueara.

Conté hasta once, me supo a poco. Conté hasta treinta y uno, creí que no era suficiente. Conté hasta cincuenta uno; no me gustan los números redondos. Volví a abrir los ojos, esta vez muy lentamente; primero uno, luego el otro. Intentando mantener el tercero bien cerrado. Pero…

¡SEGUÍAN ALLÍ!

Esos penetrantes, ocres y desafiantes ojos… ¡Seguían mirándome!

Mis tripas ya no tenían control y comenzaron a quejarse y amenazar con hacer una evacuación involuntaria y urgente.

Mi pecho empezó a sentir unas penetrantes y lacerantes punzadas. Como si me estuvieran rasurando con un cortacésped oxidado y desdentado.

Intenté moverme, pero parecía petrificado. No pude incorporarme. Ni siquiera frotarme la cara para espantar la pesadilla.

Volví a cerrar los ojos y esta vez quise contar hasta dos mil quinientos uno. Lo quise hacer lento, tan dilatado que esos insidiosos luceros, que flotaban en la negrura, se aburrieran y se fueran a atormentar a otro incauto soñador. Pero el ritmo de mi corazón me apremiaba a saltar de dos en dos, de tres en tres, de cuatro en cuatro…

No llegué ni hasta el ochenta y uno; una voz susurrante, sibilina, libidinosa, ardiente me ronroneó en mi oído:

—¡Abreee los ooojoooos!

Como soy muy bien mandado, los abrí, y allí estaban esas pupilas, allí seguían sin pestañear, allí continuaban inquiriéndome algo que no llegaba a entender. Al menos que fuera un sencillo y rápido infarto.

—¡Relájate, Agatha! —dijo aquella voz, ahora menos sensual y más autoritaria.

¿Agatha? ¡¿Agatha?! ¿La gorda y repulsiva gata de mi vecina? Castigo la llamo yo.

Alguien encendió la luz y el intenso fogonazo me deslumbró y dejó ciego por unos instantes. Solo los necesarios para descubrir a quién pertenecían aquellos ojos.

¡¡¡Lamarequelaparió!!! Efectivamente, esos dos focos fustigadores estaban engarzados en la cara de la jodida gata de la vecina. Esa a la que había pateado, mojado, barrido con la escoba, encerrado en el contenedor de basura… Pero que en lugar de siete o nueve vidas, debía tener tres mil una, porque siempre regresaba.

Yo pensaba que la vecina la sustituía por otra igual, de la misma raza y condición incordiante, comprada o adoptada; pero no, la cara de odio, con la que siempre me miraba, estaba adiestrada en el concentrado desprecio con que entrenaba a diario. Era el mismo bicho.

—Cariño, deja de afilarte las uñas en el pecho de este señor y bájate de él, que tenemos que hablar.

Ahora entendía las punzantes laceraciones en mi pecho. No eran simuladas, la puñetera alimaña me lo había dejado en carne viva.

Abrí tanto los ojos que creí que saldrían rodando de mi cara. Sí, allí estaba esa cosa peluda que tanto odiaba, clavándome sus endemoniadas uñas, oprimiéndome con sus nosecuantos kilos, bufándome con su característica simpatía, y mirándome, desafiante y algo me decía que triunfante.

Intenté darle un guantazo, pero mis manos estaban amarradas al cabecero de la cama. Intenté darle una patada, pero mis piernas estaban también atadas a los pies de esta. Intenté levantarme, pero ¡estaba encadenado a aquella cama! Cama que no reconocía.

¡¿Dónde me había echado a dormir?!

Un momento, ¿cómo se ha colado este repugnante bicho en mi habitación? No tiene ventanas y siempre cierro bien cerrada la puerta.

Espera, ¿Cómo ha entrado en mi casa su ama, la vecina cotilla y metomentodo que siempre otea tras los visillos?

¡No, esta no es mi habitación! ¡Ni mi casa!

Pero, pero, pero…

¿Por qué estas dos hijas del demonio están sonriendo y babeando perversamente?

¿Lo que brilla en las manos de la puñetera vecina son sus uñas?

¡¡¡SORROOOOCOOOO!!!

Relato propuesto para el VadeReto de este mes:
Escribe una historia basada en la imagen y con el contexto solicitado.

P.D.: Cabecera creada a partir de la Imagen de ha11ok en Pixabay.

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

VadeReto (MAYO 2023).-

Descripción del logo: Sobre un fondo negro se ve unas hilachas de humo procedentes de una fuente a la derecha de la imagen, fuera de la fotografía. En la parte superior, aparece el texto "VadeReto", en rojo, con relieve y con trazo blanco bordeándolo. En la zona inferior, sobre una placa dorada con apariencia de estar clavada con cuatro tornillos, encima aparece grabado el mes y año en curso, en azul. En su vértice superior izquierdo aparece una pluma estilográfica y en el inferior derecho un lápiz con goma de borrar, ambos encima y cruzando la placa. La imagen queda formando un cuadrado, con los textos centrados horizontalmente.
Para ir a los relatos participantes, pulsa AQUÍ.

Buenos días/tardes/noches sean…

Llegamos a Mayo y, además de la BBC, bodas, bautizos y comuniones, el tiempo se vuelve a mostrar letárgico e invitarnos a una ligera siestesilla saboreando el cálido sol. En la playa, en el campo, en una terracita, en tu balcón. En el colegio, en el trabajo, intentando escribir. El sopor te hace pesados los párpados y hasta escuchas unos susurros que te dicen ¡duérmete! 🥱😴💤

También puede ser que me haya pasao con la cerveza o con el papeo. 😅😂

Esos momentos de somnolencia involuntaria, pueden ser una fuente de dulces sueños o alguna alucinación.

Imaginad que…

«Tenéis los ojos cerrados. No estáis durmiendo profundamente, solo relajados. Sentís un confortable y placentero momento de paz. Así que, mantenéis la oscuridad en vuestra mente y saboreáis ese instante.
Pero, súbitamente, oís una voz que os susurra…»

¡ABRE LOS OJOS!

Y al abrirlos, en medio de la oscuridad, solo veis esto:

Sobre un fondo totalmente negro se ven dos ojos fulgurantes, amarillos e intensos. Nada más.
Imagen de Jacques GAIMARD en Pixabay

¿Susto, sorpresa, estupor, desconcierto, confusión…?

Esta es la propuesta para el VadeReto de este mes: seguid la historia.

¿Terror, fantasía, intriga, romance, seducción…?

Vosotros decidís.


Citas:

«El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada».


«Pocos son lo que ven con sus propios ojos y sienten con sus propios corazones».


«Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego».


Así que, abrid bien los ojos, mantened la mirada fija, observad sin miedo, otead en vuestra imaginación y contadnos un cuento.

Besos Múltiples, Abrazos y Ashushones.
😊😉😘😘😘

P.D. Fondo de la Cabecera a partir de las imágenes de
Dorothe (Pixabay); y StockSnap (Pixabay).
Fondo del Logo a partir de la Imagen de Niek Verlaan en Pixabay.

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme.
Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

RELATOS PARTICIPANTES:
(por orden de participación)

(Próximamente)

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El primer enlace corresponde a la publicación en el blog personal (cuando lo haya),
el segundo, al comentario de aviso en esta entrada
para que podáis expresaros, comentar, interpretar o lo que os apetezca sobre el relato.

El Cuadro de los Desvelos

Desde que le regalaron aquel cuadro, su atmósfera le había atrapado.

Primero, se convirtió en el cobijo que necesitaba para perderse de la realidad. Se quedaba embobada horas y horas y no tenía noción del tiempo. Más tarde, se convirtió en el lugar al que regresaba en cada sueño.

Imagen pictórica de un bosque. Entre brumas, se vislumbran árboles, sin hojas, y todo el suelo alfombrado de flores. Abundan los colores pasteles, rojos y verdes. En el centro de la imagen aparece una niña. Está totalmente sola, de pie y quieta, mirando hacia la lejanía del bosque.
Todo el conjunto parece un cuadro pintado.
Imagen de Willgard Krause en Pixabay.

Cada noche despertaba en medio de ese bosque. Totalmente sola, totalmente desorientada, totalmente perdida; pero con una agradable sensación de natsukashii.

Volvía a ser aquella niña traviesa y alocada que osaba adentrarse sin miedo en aquellos parajes que asustaban a sus amigas. Nada que ver con la aprensión que ahora le daba todo. El trabajo, a pesar de su seguridad, era agotador, aburrido y anodino; con su familia, amada hasta el límite y fuente de inmensas alegrías, siempre le asaltaba la alarma de estar en constante riesgo; su casa, su ciudad, su país, todos confortables y fiables, pero sin darle el deseado sosiego. Siempre con el miedo de que surgiera cualquier pequeño cambio que hiciera caducar su momentánea felicidad.

Allí, en aquel hermoso paraje, a pesar de encontrarse sola y desamparada, acompañada solo del ensordecedor silencio que parecía llenar cada rincón, se sentía a gusto; aunque sin dejar de presentir una extraña sensación de saudade.

El bosque parecía salido de un cuento de hadas. Sus increíbles colores se alternaban como si un pintor, enajenado y rabioso, los hubiera ido esparciendo sin sentido. Con total ausencia de blancos y negros, los tonos saltaban de una flor a la rama de un árbol, de la hierba a la fronda; hasta el cielo parecía salpicado en aquel desquiciado lienzo.

No obstante, el cuadro era hermosísimo y contagiaba un atractivo bienestar.

De repente, también como cada noche, se empezaban a escuchar ligeros siseos, extraños susurros, pequeños quiebros de ramas, escarceos de la suave bruma movida por la brisa.

Todo se transformaba en ininteligibles voces; etéreas, sutiles, persistentes, retumbantes, sobrecogedoras.

El idílico cuadro onírico se iba transformando en una siniestra pesadilla que le insuflaba un reconocible pavor.

Los colores se iban diluyendo como si el cuadro fuese rociado con una lluvia impertinente. Ahora, los blancos y los negros rivalizaban con los grises por adquirir protagonismo.

Ella se quedaba absorta e inmóvil. Quería huir de aquellos murmullos, pero su cuerpo se negaba a obedecerla. Las voces rebotaban en los troncos de los árboles, jugando con su voluntad. Comenzaba a temblar y por mucho que se abrazaba no conseguía entrar en calor. Le faltaba la respiración y la angustia la hacía entrar en ansiedad… Hasta que despertaba.

Le costaba trabajo ubicarse en su habitación, en su cama. No dejaba de jadear y estremecerse. Sentía frío a pesar de estar empapada de sudor. A partir de ese momento, ya no volvía a coger el sueño. Tampoco le apetecía cerrar los ojos y dejarse llevar de nuevo a aquel lugar. Hasta la noche siguiente.

Durante el día se le iban difuminando las imágenes y terminaba por olvidar el sueño. Se había acostumbrado a relegarlo a un rincón de su mente. Cuando sintiera de nuevo el cansancio, el ineludible deseo de acostarse, le asaltaría la necesidad de volver allí.

Sin embargo, si seguía sin poder dormir placenteramente y recuperar horas de sueño, terminaría por enloquecer. Así que, esa misma noche, se obligó a desentrañar el misterio del bosque. No sabía cómo controlar su sueño, pero tenía que conseguirlo, no le bastaba con intentarlo.

Así que, al sentir el crepúsculo, se sirvió una cena ligera y, en lugar de remolonear el momento de irse a la cama, se metió entre sus sábanas. Le echó un último vistazo al cuadro. Controló su respiración y se abandonó voluntariamente de regreso a él. Se dejó embelesar por los colores, paseó entre los árboles y acarició las flores que aparecían por su camino. Esperó pacientemente, aunque temerosa, hasta que comenzó de nuevo a escuchar el ligero siseo.

Se enfundó en toda su determinación y con la fortaleza que da la inocencia de la niñez, se adentró entre la espesura y evitó despertarse.

En lugar de tratar de huir, siguió la estela de las voces, sin intentar orientarse, solo dejándose arrastrar por ellas. Corrió entre los árboles; saltó sobre las inesperadas raíces, que querían escapar de la tierra; esquivó las inoportunas ramas, interpuestas en su camino para retardar su avance. Aquel bosque se hacía eviterno.

Vislumbró un mágico camino que se internaba por la espesura. Su intuición le indicó que la llevaría hacia la procedencia de las voces, que ahora parecían apocadas y esquivas.

Salió a un claro del bosque, totalmente circundado de árboles. El lugar parecía un insólito escenario que esperara una representación. Hasta la luna alumbraba como si de un foco se tratase.

Sin temor, avanzó hasta colocarse en el centro, justo donde la luz se concentraba. No tuvo que esperar mucho, las voces comenzaron de nuevo su letanía; pero ahora parecían hacerse comprensibles. Todas le advertían de miedos:

«¡Cuidado! ¡No saltes! ¡No corras! ¡No bailes!
Te vas a caer;
¡No vayas a aquel lugar! ¡No salgas de viaje! ¡No acudas a aquella fiesta!
Te causarán dolor;
¡No cojas el coche! ¡No montes a caballo! ¡No vayas a esquiar!
Es peligroso;
¡No hagas, no intentes, no digas nada!
Te harás daño».

Se sintió oprimida y apresada, como en aquellos años en que sus padres se empeñaban en protegerla de todo y casi no la dejaban jugar.

Primero fueron cuatro o cinco voces, más tarde pasaron de diez, se multiplicaron por veinte y llegaron a formar una turba amenazante.

Se fueron materializando y transformando en personas. Personas desconocidas, nada familiares, que con sus caras adustas y sus enérgicos ademanes, pretendían aseverar cada exhortación. Fueron rodeándola hasta acorralarla. Comenzó de nuevo a sentir la asfixia, los temblores, la congoja, el pánico.

Justo en ese momento, un gigantesco dragón, reverberando en mil colores, se deslizó en el claro y dispersó a la multitud. Era una impresionante bestia que amedrentaría a cualquiera; sin embargo, ella se sintió dulcemente hechizada y conmovida por su extraordinaria belleza. Estaba plagado de escamas de colores que salieron esparcidos cuando el dragón se sacudió, como si fueran miles de flores lanzadas al aire en una celebración.

Las voces callaron súbitamente, tal vez no desaparecieron, pero guardaron un silencio indulgente, que la chica agradeció. Se miraron, bestia y niña, y se comprendieron. Ella acercó las palmas de sus manos a su hocico, él se las besó. Ahora sí que se quedaron totalmente solos. Ni voces, ni murmullos, ni siseos. El bosque volvió a su impenetrable silencio.

El dragón se recostó en el suelo y le mostró un pequeño y cómodo cojín, sobre su lomo, invitándola a montar sobre él. No se hizo de rogar. Se encaramó sobre una de sus patas y, con una agilidad que añoraba, se instaló en ese acogedor trono.

Aparecieron unos brazos y un espaldar que le apapacharon, dotándola de una confortable seguridad. El dragón, con un exceso de dulzura y diligencia, se incorporó y desplegó dos impresionantes alas, también profusas en colores. Dio un par de pasos y salió volando por encima de los árboles.

Desde aquella altura, la chica pudo ver el bosque al completo. No era tan grande como le había parecido desde su interior. Ya no resultaba tan tenebroso y volvía a resplandecer bellísimo, Incluso creyó ver, por primera vez, animales correteando por él. De aquellas voces, no había ni rastro.

Dejándose besar por el aire, agitó su melena e hinchó sus pulmones. Sin darse cuenta había estado aguantando la respiración.

Poco a poco, fueron dejando atrás el escenario del cuadro, o más bien, cambiando de lienzo.

Así, llegaron a una tranquila y soleada playa, donde el dragón volvió a aterrizar y depositó a la pequeña sobre la arena.

Sin decirse nada, se desearon buenos deseos. El dragón le dio un beso en la frente, como solía hacer su madre cada noche, y volvió a elevarse del suelo.

Ella agitó su mano en un adiós que lo acompañó entre las nubes, sabiendo que, de esta forma, se despedía también de todos sus miedos. Le lanzó un beso al aire que se transformó en una preciosa burbuja de colores, que al subir hacia el cielo reventó y formó la palabra Tupananchiskama.

Silueta de una niña/mujer de pie y con los brazos abiertos. Está de espaldas a nosotros, con la cara hacia el cielo.
De fondo, una puesta de sol en lo que parece una playa.
El sol aparece aumentado y mostrando toda su luminosidad, aún no ha sido "tragado por el mar".
Imagen de Jill Wellington en Pixabay.

Natsukashii (japonés): Palabra japonesa que significa «nostalgia feliz»; es el instante en el que la memoria de repente te transporta a un bello recuerdo que te llena de dulzura.

Saudade (portugués): Profundo estado de nostalgia y melancolía por la ausencia de algo.

Eviterno (aeviternus; latín): Que tiene principio, pero no fin.

Apapachar (del náhuatl patzoa): Abrazar o acariciar con el alma.

Tupananchiskama («adiós»; qtjechua): Hasta que la vida nos vuelva a encontrar.

Palabras sacadas de la maravillosa cuenta de twitter: https://twitter.com/DICCIONARlO

Relato escrito para la propuesta literaria VadeReto de este mes:
Crea una historia tomando como referencia la fotografía y con referencia al tema PERDIDA.

P.D.: Cabecera creada a partir de la Imagen de ApplesPC en Pixabay

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

VadeReto (ABRIL 2023).-

Descripción del logo: Sobre un fondo de un bosque en donde predominan los colores verdes y parduzco, en la parte superior, aparece el texto "VadeReto", en rojo, con relieve y con trazo blanco bordeándolo. En la zona inferior, sobre una placa dorada con apariencia de estar clavada con cuatro tornillos, encima aparece grabado el mes y año en curso, en azul. En su vértice superior izquierdo aparece una pluma estilográfica y en el inferior derecho un lápiz con goma de borrar, ambos encima y cruzando la placa. La imagen queda formando un cuadrado, con los textos centrados horizontalmente.
Para ir a los relatos participantes, pulsa AQUÍ.

Buenos días/tardes/noches sean…

El VadeReto de este mes tendrá como base esta preciosa fotografía que he encontrado:

Imagen pictórica de un bosque. Entre brumas, se vislumbran árboles, sin hojas, y todo el suelo alfombrado de flores. Abundan los colores pasteles, rojos y verdes. En el centro de la imagen aparece una niña. Está totalmente sola, de pie y quieta, mirando hacia la lejanía del bosque.
Todo el conjunto parece un cuadro pintado.
Imagen de Willgard Krause en Pixabay.

Y la palabra que me ha inspirado, nada más verla, ha sido:

PERDIDA

Palabra que no solo indica una acusada desorientación física; también, la mayoría de las veces que la usamos, queremos expresar nuestra confundida vida, nuestra desesperanza hacia un futuro incierto, la difícil elección ante opciones que nos llenan de pavor.

Estar perdido no es lo mismo que sentirse perdido. Y querer perderse puede significar buscar un cambio drástico en nuestra vida que nos reoriente positivamente.

¿Cuántos sinónimos más usáis o podéis imaginar sobre esta palabra?

Para que os haga elaborar un poco más vuestro relato vamos a poner una condición al escrito. En él tienen que aparecer, al menos, tres palabras «raras».

¿Qué quiero decir con raras?

Pueden ser palabras inventadas, cuyo significado podéis explicar o dejar que sea el lector el que saque su contexto; como Zarramo, Castrulia, Trancasordio… (aquí uno de mis locos relatos como ejemplo: Batalla por la Supervivencia de la Especie)

También podéis usar palabras de uso poco corriente; como Nefelibata, Agibílibus, Bahorrina, Depauperar, …

Palabras de uso muy local; como Bulla, Bastinazo, Farfollas, Zancajoso (Andalucía); Kaixo, Mesedez, Lagun (País Vasco); Chingón, Quiúbole, Apapachar (México); Pibe, Chamuyar, Trucho (Argentina)…
(Perdón si he metido la pata con alguna, quedo a vuestra disposición para cualquier correción) 😉.

Cada palabra introducida en el relato puede ir con su enlace correspondiente, con nota aclaratoria al final o como mejor veáis para indicar su significado.

En este caso, vosotros le dais el carácter y género que más os apetezca a la historia: humor, suspense, historia, romanticismo…


Citas:

«No todos aquellos que divagan están perdidos».


«En medio del viaje de nuestra vida, me encontré dentro de un bosque oscuro donde se perdió el camino recto».


«El que no se siente realmente perdido, está perdido sin remisión; es decir, nunca se encuentra a sí mismo, nunca se enfrenta a su propia realidad».


En Cádiz decimos: «Tas má perdío que’l barco l´arró».

Así que, afinad vuestras brújulas, no os desorientéis en el fantástico mundo de la escritura y encontrad la inspiración que os guie, porque como dice el Mandalorian: «ese es el camino» 😜.

No perdáis de vista la Estrella Polar.

Besos Múltiples, Abrazos y Ashushones.
😊😉😘😘😘

P.D. Fondo de la Cabecera a partir de las imágenes de
Dorothe (Pixabay); y StockSnap (Pixabay).
Fondo del Logo a partir de la Imagen de SplitShire en (Pixabay).

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

RELATOS PARTICIPANTES:
(por orden de participación)

______________________________________
El primer enlace corresponde a la publicación en el blog personal (cuando lo haya),
el segundo, al comentario de aviso en esta entrada
para que podáis expresaros, comentar, interpretar o lo que os apetezca sobre el relato.

Una Sonrisa Seductora

Un pequeño niño africano sonríe a la cámara. Su sonrisa es cautivadora, cariñosa, contagiosa.
Imagen de Bruno Gandon en Pixabay.

La playa comienza a clarearse y el cielo despliega su tornasolado decorado. Se escuchan los trinos de algunos pájaros, anunciando la llegada del alba, despertando al paisaje de su amodorrada melancolía. Sobre la arena, reposan las barcas varadas en espera de que llegue la faena. Bocabajo, resguardando a algunos huéspedes del relente que cala hasta los huesos como finísimos clavos.

De debajo de una de ellas, su habitual cobijo nocturno, sale Thabo. Renqueante, amodorrado, fatigoso. Aunque su cuerpo es joven, necesita desentumecerse. El duro colchón arenoso y la humedad de la noche son férreos enemigos de cualquier descanso.

Se despereza y da algunos saltos. Todavía no se ha despertado del todo y ya muestra la mayor ofrenda a su nombre, su sonrisa. Amplia, cariñosa, generosa, blanquísima. (*)

Corretea entre las primeras gaviotas que aparecen sobre la arena, calentando así sus ateridos músculos. También algún perro vagabundo le acompaña en el renovador baile. Thabo parece otro animal más, volviendo a la vida después de la desfallecida noche. Los graznidos, ladridos y la escandalosa risa del chico dan por comenzado el día.

Nuestro pequeño protagonista se dirige al pueblo con diligentes pasos, casi bailando. Llega a una frutería y, sin permiso, coge una manzana de una de las cajas que esperan en la tienda. Sin embargo, no está robando.

Roberto, el dueño, lo ve y lo saluda:

—¡Thabo, cualquier día te levantarás antes que yo!

Sin siquiera saludar, solo sonreír, le pega un generoso mordisco a la fruta, coge en peso una caja y la lleva al expositor, fuera de la tienda. El frutero observa complaciente, contagiado de la bella sonrisa, como el chico lo ayuda sin necesidad de pedírselo. Todas las mañanas se presenta como un ángel solícito para su vieja y maltratada espalda.

Cuando termina de sacar todo el género, Thabo sale corriendo. Se despide con un simple gesto. De nuevo, Roberto se queda con las ganas de darle algunas monedas. «Este chico es alérgico al dinero», piensa descorazonado.

Unos metros más adelante se encuentra con Martha, la pescadera, tirando como una mula de un inmenso carro lleno de pescado y hielo. El chico no se hace de rogar. En seguida comienza a empujar el carretón y consigue, de nuevo, que la sonrisa aparezca, esta vez en la cara de la mujer.

—¡Thabo, siempre llegas en el momento oportuno, granuja! —lo saluda ella en medio del esfuerzo.

Como un torbellino, va de un sitio a otro, ayudando a los distintos comerciantes a montar sus tenderetes. Ninguno le hace soltar una palabra, aunque no es mudo, solo que ha aprendido a conversar con los gestos de su cara, sobre todo, con su sonrisa. Su cándida, cautivadora y natural sonrisa.

Gracias a su desinteresada ayuda va consiguiendo bebida y comida, incluso algo de ropa que renueve la suya, raída y mermada. Por eso no necesita dinero, con sus brazos, sus piernas, su sonrisa y su grandísimo corazón consigue lo necesario para subsistir. Incluso le han ofrecido una cama en una trastienda, pero él prefiere su playa; aunque fría, húmeda y solitaria, le gusta anidar en medio de la naturaleza; despertar junto al sol, el mar y la arena.

El día va pasando y también ayuda a doña Carmen a darle un paseo a su Juanelo, un Mastín demasiado grande para el pequeño cuerpo de su dueña. Desde que se quedó viuda, se las ha visto y deseado para sacar al tremendo animal. Hasta que llegó Thabo; que con sus jóvenes energías consigue que el viejo perro corra y se ejercite. ¿Qué obtiene a cambio? Una bolsa llena de galletas y, claro, una inmensa sonrisa en la cara de la anciana.

Conforme va llegando la tarde, también ayuda a recoger las revistas del kiosquero, las sillas y mesas del bar En’canto y, de nuevo, las mercancías de los primeros comerciantes. En un improvisado morral lleva varias piezas de fruta, unos chuscos de pan blanco, diversas viandas, incluso alguna lata de refresco. Todos le van dando algo para su cena y él lo agradece. ¿Cómo? Por supuesto, con su preciosa sonrisa.

Se dirige de nuevo hacia su playita, en dónde se encuentra con otros chicos y chicas con quienes comparte sus ganancias. Estos hablan más, pero sonríen menos; hasta que llega Thabu. Juntos comen, ríen y bailan para el sol mortecino.

Mañana será otro día y Thabu lo recibirá sonriendo, porque para él la alegría, la felicidad, es disfrutar y compartir lo que tiene, no desea nada más. La vida puede ser maravillosa, solo tienes que dejar de desear lo que no necesitas.

Silueta de niños saltando sobre la orilla de una playa durante una puesta de sol.
Imágenes: Puesta de Sol de Kordula Vahle (Pixabay); foto original de los niños de MundoCreati.com; edición JascNet.

(*)Thabo es nombre africano que significa: FELICIDAD.

Esta historia ha sido creada para la propuesta literaria VadeReto de este mes:
Escribe un relato inspirado en la fotografía de la entrada y que tenga que ver con La Alegría.

P.D.: Cabecera creada a partir de la Imagen de Indira Andrade en Pixabay

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

Una Noche de Locura

Imagen de Neufal54 en Pixabay.

El Bugatti Royale paró delante del crucero en una imposible derrapada. Me bajé, incluso, antes de que frenara del todo; lo rodeé, para abrir la puerta del otro lado, cogí en brazos a mi recientísima mujer; y me dispuse a subir la pasarela del barco, con más ánimo que garbo. Iba con tanta bulla que tropezaba continuamente y, a duras penas, mantenía el equilibrio; deseosos los dos de encontrar el camarote y…

Pero nada más pisar la cubierta, me pararon y me pidieron los papeles. Tras unos minutos de intensos nervios, en los que no encontraba los pasaportes, el chófer del Bugatti fue tan amable de traernos la cartera que me había dejado olvidada en el coche. Nos confirmaron la identidad y reserva, y me indicaron el camino al paraíso del que no esperábamos salir en, al menos, tres días. Todo esto sin soltar a mi queridísima, que parecía que nos hubieran engomado con superglú.

Salimos corrimos por el primer pasillo; bueno, corría yo, que ella iba muy cómoda. Pasamos la cubierta de la piscina, el solárium, el spa, el comedor… ¿Dónde estaba nuestro camarote, diosmiodemiarma?

Al fin llegamos a nuestro destino. Tardamos bastante en poder acceder al nidito, mi amantísima no se quería bajar y yo pago el gym pero no voy. Intensos malabarismos, intercambios imposibles de postura, quejas lumbálgicas… Pero a base de empeño e insistencia conseguimos que la tarjeta mostrara el verde; mi cielito, el rosa salmón desesperado; y yo, el colorado tomtatito por el esfuerzo.

Entramos. Cerré la puerta con el talón del pie, en un ardid a lo Ronaldinho, y lancé a mi queridísima sobre la cama, con tan mal fario, que rebotó sobre el colchón y cayó rodando por el otro lado.

—¡Cariiiiiiiiiii! —dijo mi pobrísima con la Pamela doblada y el vestido descompuesto.

—Lo siento, cielo. No pensaba que la cama tendría muelles de Australia —exclamé yo poniendo ojitos de gato suplicante.

En febril sintonía tardamos cero coma en quedarnos en paños menores, cuando alguien llamó a la puerta y, sin esperar contestación, entró.

—¡Sorpresa! —gritó mi amigo Christian entrando junto con mis dos amigos Carlo y Richa. Uno, con una grandísima botella de champán; los otros, con varias copas de cristal en las manos.

¿¡Sorpresa!? Asombro, conmoción, estupor… Nos quedamos todos callados y con los ojos tan abiertos, que parecíamos una pecera llena de goldfishs. La situación era tan incómoda que parecería cómica, si no fuera porque se nos notaba la ansiedad.

Todavía no nos habíamos recuperado del susto, cuando entraron mis padres y mis suegros, también con sendas botellas de champán. Más bocas y ojos abiertos y yo mostrando mis calzoncillos de Mickey Mausen.

Mi suegra salió despedida ante el empujón que le dio su hijo Antonino, penetrando cuál Atila también en la estancia. Su hermana Carla traía en brazos a su hermano Alfonsiño y tardó poco en taparle los ojos para que no viera a mi mujercísima con aquel conjunto tan… especialmente sensual.

Como no podía faltar en ningún sarao, mi hermano Manolón se coló con sus dos novias, Tiresya y Mariaskova. Aplausos histéricos de las dos susodichas ante nuestros mini atuendos.

Haciéndose sitio entre tantísima gente, apareció un camarero y tres azafatas con bebidas, comidas y varias delicatessen, obsequio del crucero.

Me quedé esperando por si entraba también el capitán.

La cara de mi cabreadísimo amor me indicaba que la noche no iba a ser lo que esperábamos y a mí se me caían los ligueros de los calcetines por el tembleque de las canillas.

Durante unos eternos segundos, todos quedamos callados y expectantes. Mirando la puerta abierta del camarote y esperando que alguien más entrara por ella.

Parecía que se había acabado el tráfico cuando apareció una cabeza, de larga cabellera, gafas oscuras y dos grandísimos parchetes colorados en las mejillas.

—Ey, troncosh. ¿Hashe falta entrada para incorporarshe al sharao? —intentó vocalizar el menda soltando una grandísima bocanada de humo del tremendo porro que llevaba en su mano.

Todos soltaron un unánime «¡Entraaa!», con lo que cabíamos pocos y se coló el colega, y catorce amigotes más que venían tras él.

Quiero aclarar que el camarote tenía unos escasos cinco metros cuadrados. La economía no estaba para reservar la Suite Nupcial.

Y esa fue nuestra primera maravillosa noche de recién casados.

¡Salud! ¡Hip!


Relato a partir de la propuesta literaria:
Microrretos: de la Escena… ¡Al Micro!
para El Tintero de Oro.
Escribe un microrrelato de hasta 250 palabras como máximo donde se novelice una escena cinematográfica que os guste.

Ni que decir tiene que esta vez no me he podido ceñir a la propuesta y me he pasado en la extensión, por eso participo extraoficialmente. Mil perdones.

Aquí os pongo la escena que he escogido para versionar con mi relato. Corresponde a la Escena del Camarote de la película Una Noche en la Ópera:


P.D.: Cabecera creada a partir de la Imagen de Michelle Raponi en Pixabay.

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

VadeReto (MARZO 2023).-

Descripción del logo: Fotografía de fondo de una puesta de sol. En el centro aparece un árbol, a través de cuyas ramas se ve el sol poniente. En la parte superior aparece el texto "VadeReto", en rojo, con relieve y con trazo blanco bordeándolo. En la zona inferior, sobre una placa dorada con apariencia de estar clavada con cuatro tornillos, encima aparece grabado el mes y año en curso, en azul. En su vértice superior izquierdo aparece una pluma estilográfica y en el inferior derecho un lápiz con goma de borrar, ambos encima y cruzando la placa. La imagen queda formando un cuadrado, con los textos centrados horizontalmente.
Para ir a los relatos participantes, pulsa AQUÍ.

Buenos días/tardes/noches sean…

Nos adentramos en el mes de Marzo y se vislumbra a lo lejos la Primavera. Ya sabéis cuántos refranes lleva asociado: que esta estación altera la sangre; que si vemos muchas flores, tendremos un buen Otoño; si vemos Golondrinas anticipadas, tendremos una primavera templada; si escuchas el cuco, será que ya llegó la prima Vera…

Sea como sea, es una estación apetecible. No hace mucho frío, no hace mucho calor, y empezamos a desear tomar el solecito en nuestros paseos.

Este mes es, a pesar de los pesares, un mes de felicidad. Dejamos una etapa triste y esperamos un cambio que nos llene de sonrisas.

Por eso, el tema del VadeReto de este mes va a ser:

LA ALEGRÍA

Para ello, nos vamos a inspirar en la siguiente foto:

Silueta de niños saltando sobre la orilla de una playa durante una puesta de sol.
Imágenes: Puesta de Sol de Kordula Vahle (Pixabay); foto original de los niños de MundoCreati.com; edición JascNet.

Niños, playa, puesta de sol, baile, saltos, mar… ¿Cuántas cosas más veis?

No ponemos este mes ninguna condición. Mirad atentamente la fotografía y escribid la historia que os sugiera.


Citas:

«Si muchos de nosotros diéramos más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, este sería un mundo más feliz».


«La mocedad es un sol de verano».


«Cuando suceden las cosas sólo puedes vivirlas; si son alegres, procurando abrir los poros para que entren lo más posible; las tristes, sacando la cabeza para que ese trocito de ahí arriba no se te ahogue».


Pues nada más que añadir. Sacad vuestra mejor sonrisa, llenad el corazón de júbilo y dejad que salga de vuestra imaginación las historias más alegres y esperanzadoras.

Que Deméter haga florecer vuestra inspiración y que la Primavera sea realmente un tiempo de alegría para toda la familia acervolense y amigos.

Besos Múltiples, Abrazos y Ashushones.
😊😉😘😘😘

P.D. Fondo de la Cabecera a partir de las imágenes de
Dorothe (Pixabay); y StockSnap (Pixabay).
Fondo del Logo a partir de la Imagen de  Bessi Hamiti (Pixabay).

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.

RELATOS PARTICIPANTES:
(por orden de participación)

(Próximamente)

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El primer enlace corresponde a la publicación en el blog personal (cuando lo haya),
el segundo, al comentario de aviso en esta entrada
para que podáis expresaros, comentar, interpretar o lo que os apetezca sobre el relato.

La Travesía del Ocaso

Fusión realizada entre la imagen de una carretera que se prolonga hacia el infinito y una puesta de sol llena de nubes y tonos rojos y amarillos.

Imágenes: carretera de Jodeng (Pixabay); cielo de Joxerra (Pixabay); edición: JascNet.

Estoy sentada en la cama, dócil, pero incómoda. Mis viejos huesos ya no descansan ni en la cama mullida y limpia dónde paso la mayor parte del tiempo. Ya no bajo al piso inferior, las escaleras son demasiado reto para mis viejas piernas. Vivo en una cárcel sin rejas, sin carceleros, sin condena. Un par de habitaciones, donde duermo y donde leo, y un cuarto de baño que uso con miedo. Aún puedo andar y asearme, sin embargo, necesito ayuda para levantarme, alguien que me cocine y me adecente las habitaciones.

Cada mañana al levantarme es un nuevo triunfo, me he enfrentado a ella y he ganado. No doy saltos de alegría, pero mi sonrisa seguro que le fastidia. No obstante, tampoco puedo burlarme; tiene muy mal carácter, es muy insidiosa y tenaz, me esperará con infinita paciencia.

Mi nuera me ha ayudado a vestirme y ahora me está peinando. Siempre atenta, amable, dulce, con esa sonrisa que anula cualquier rebeldía. Me habla, pero yo no la escucho, mi mente está en otra parte. Me estará contando una historia que justifique este viaje. Una historia que no es cierta y a mí no me gustan las mentiras.

No, no la recriminaré. No le diré que sé sus intenciones, las de ella y las de mi hijo, porque los entiendo; ya soy una carga demasiado grande.

Ella coge mi maleta, que tiene casi más que contar que yo. Mete en ella lo más esencial, pero se olvida de cosas inútiles, aunque imprescindibles para mí: fotos, dibujos, regalos… Al menos se acuerda de coger mis libros. Me gustaría llevármelo todo, porque de esa forma estaría acompañada de recuerdos. No obstante, no puedo pedírselo, me dirá que el viaje es corto y que las tendré aquí a mi regreso. Un regreso que sé que no sucederá.

Me callo. Devuelvo las sonrisas y asiento cuando me dice que la acompañe. Bajar la escalera es una tortura y me toma tanto tiempo que siento ganas de cerrar los ojos, sentarme en un escalón y quedarme allí eternamente.

—Venga mamá, un último esfuerzo —¿Último? Sé que se le ha escapado y se ha quedado con las ganas de decirme que será también la última vez de este suplicio. A dónde vamos no habrá escaleras.

Cuando llego al portal, mi hijo me está esperando fuera, junto al coche, solo. Los niños no están. Supongo que han aprovechado esta hora en que todavía no han salido del colegio. Me duele no despedirme de ellos, pero los niños hacen demasiadas preguntas y no se dejan engañar fácilmente. Me pregunto, ¿qué dirán cuando vuelvan y no me encuentren en casa?

Le doy un beso a mi hijo, después de que me acomode en el asiento trasero, y le sonrío. Quiero que sepa que lo comprendo, que no le guardo rencor. Sé que es necesario. Cada vez estoy más torpe y necesito más atención. Ellos cada vez tienen menos tiempo para mí: sus hijos, sus trabajos, sus amigos, sus diversiones. No es justo que lo descuiden todo para atender a esta vieja inútil y senil.

Se montan los dos en el coche y emprenden el viaje. Ponen la radio y agradezco que sintonicen una cadena que pone música de mi generación. Se esmeran por distraerme del destino y hacerme sentir cómoda. Yo sigo callada, no quiero que sufran en este último viaje sabiendo que yo sé el destino.

Apoyo la cabeza en el cristal de la ventanilla y dejo vagar mis recuerdos: Cuando llegué a aquella casa, embarazada de mi primer hijo; el trabajo para adaptarla a nuestros gustos; las risas y llantos que llenaron cada habitación; la llegada de mis otros dos hijos y la incertidumbre con sus parejas; la alegre algarabía de los nietos… El cristal comienza a mojarse con gotas que caen pesadas, pero no está lloviendo. Aunque intento evocar solo los momentos más felices, no puedo evitar que mis lágrimas empañen el camino. Demasiado vivido, demasiado sufrido. Toda una vida dedicada a la familia.

Me distraigo unos instantes viendo como ellos se cogen de las manos y sonríen. Parecen felices. ¿Felices de deshacerse de mí? No, no quiero creerlo.

Vuelvo a mis pensamientos, pero esta vez intentando visualizar mi futuro. Pienso en la Residencia, perfectamente adaptada para mi edad y acompañada de otros exiliados como yo. Extraños al principio y tal vez mi única compañía el final. Sé que vendrán a verme, al principio. Sin embargo, con el tiempo, empezarán a olvidarse de mi existencia. Irán dilatando el tiempo entre visitas hasta que casi no aparezcan. Tal vez sea lo mejor. No es grato ver a nadie marchitarse.

Alguien dijo que todos morimos solos o tal vez se refería al otro viaje, el que se hace sin equipaje. Ojalá la Señora de Negro sea generosa y me lleve mientras duermo. No le temo a la muerte, sino al sufrimiento para irme.

Mis libros serán mi mejor compañía. Lo han sido durante estos últimos años de confinamiento. Me ayudaron a pasar el tiempo, pero también a vivir las aventuras que mis viejos huesos ya no son capaces de realizar.

Espero que al menos me escriban mis nietos; que me manden dibujos; que me cuenten sus días; que me digan que me echan de menos, aunque en realidad no tengan tiempo para ello. Pensando en ellos me vuelve a salir la sonrisa y me quedo amodorrada sobre el cristal.

Un tremendo bache hace dar un salto al coche y me saca de mi letargo. Miro por la ventanilla y veo un precioso campo. Vamos por un camino de tierra y todo está lleno de colores. ¿Cuánto he estado dormida?

Mi hijo aminora la marcha, para evitar tanto bamboleo, y en seguida se detiene. Paramos delante de una casona. Demasiado insignificante para un Asilo, pero supongo que también los habrá tan pequeños. Está formado por una sola planta y tiene ventanas con cortinas. Sus paredes lucen bellos colores, entre el pardo de la piedra y el verde de las enredaderas. Todo está rodeado de jardines. Parece una de las mansiones de las novelas que leo.

Nos bajamos del coche y ellos se dirigen diligentes hacia la casa. Yo me quedo clavada en el sitio. Ellos se percatan y me invitan a seguirles. Yo no puedo callar más.

—Es un sitio precioso. ¿Aquí es dónde vais a dejarme?

—¿Dejarte? —exclama mi hijo primero sorprendido y luego sonriente. Se ha dado cuenta de lo que pienso.

Se acerca, me abraza y me susurra al oído:

—Eso nunca, mamá.

Se vuelve hacia mi nuera, le coge la mano y señala hacia la casa. De ella están saliendo mis otros hijos, sus parejas y todos mis nietos.

—Nos hemos mudado mamá. Todos necesitamos un cambio de aires, más comodidades, más espacio y mejor ambiente. Vamos a teletrabajar. El pueblo está cerca para lo que necesitemos y también un colegio para los niños. Queremos vivir aquí, todos juntos. Sin escaleras, sin vecinos, sin contaminación. ¿No es esto lo que deseabas? ¿Lo que siempre nos contabas que habías vivido de niña? Ahora podrás revivirlo y enseñarnos lo que es disfrutar rodeado de la naturaleza. En un par de días tendremos terminada la mudanza.

Ahora sí que lloro a moco tendido. Erré mi destino. Me equivoqué con mi familia.

Todos nos unimos en un maravilloso abrazo y yo no dejo de reír y llorar. La jodida Parca tendrá que esperar. Todavía tengo muchas batallas que lidiar.


Relato propuesto para el VadeReto de este mes:
Escribe la historia de un viaje que tenga un cometido especial. Puede llevar consigo la consecución de una búsqueda y la transformación de los personajes.


P.D.: Cabecera creada a partir de la Imagen de John Nature Photos en Pixabay

P.D.2: Si veis cualquier errata, incongruencia, algo que os chirría… No dejéis de comentarme. Por muchas revisiones que haga siempre se me colará alguna. Gracias.