Batalla por la Supervivencia de la Especie

29 de febrero de 3469, 15 horas 35 minutos 18 segundos y 20 milisegundos.
Eso, según el año solar.

Soy demasiado vieja para pelear, pero cuando la necesidad obliga, los años no son más que excusas de una mente realmente decrépita. Hace ya varios meses que luchamos por no sucumbir a la invasión. Éramos un pueblo pacífico, laborioso y tranquilo. Solo nos alterábamos por disputas familiares, sin mayor problema que terminar tomándonos unos refrescantes néctares de zarramo para dirimir nuestras diferencias. Ahora, con ineficaces armas en las manos, batallamos para no caer esclavizadas o perecer en la lucha.

—Capitana, la munición que abía, ya no la ay —me espeta una de mis soldados más elocuentes. El día no hace sino mejorar.

—Tranquila, sargenta. Mientras haya coraje habrá esperanzas. No podemos hundirnos con el primer problema que nos reviente en la cara.

—¿Problema primero, señora? Los víveres son fenecidos, para lavarse agua no ay y el enemigo, con su ostil ostigamiento, está ya tan cerca que… —Por la diosa D’Ondesté, qué difícil es entender a esta zagala.

—¡Soldado!, ¿has venido a informar o a conseguir que me ponga a llorar?

—Lo siento señora. Es que tiempo ace que no comemos. Desde el tiempo en que se podía pasear sin que el tiempo se te hiciera eterno buscando en poco tiempo un sitio seguro dónde no te cogieran sin tiempo a esconderte y te mataran con poco tiempo para… —Por los cuernos de Ordandará que no va a hacer falta una bomba para que me estalle la cabeza.

—¡¡¡Basta!!! Comida no habrá, pero la lengua la tienes tan larga que se podría alimentar con ella a todo el pueblo.

—Perdón, señora, por los nervios me aflijo. ¿Cuál las órdenes son?

—¡Agua, ajo y resina! ¡Yo no he inventado esta guerra!

—Esto… tampoco de eso tenemos, señora.

— No eres más trancasordio porque naciste un martes, si lo llegas a hacer un domingo, le dan un premio a tu madre. ¡¡¡Aguantarse, a joderse y resignarse!!! Monstrenca. Vuelve al pelotón y que nadie se entere de que tenemos menos perspectivas de supervivencia que una de tus neuronas en un vendaval.

—Sus órdenes, mi Capitona. —Esto lo ha dicho con mucha guasa y sarcasmo.

Ha salido corriendo a un pelo de que la deje calva de un guantazo. Me juego mis plumas a que no tarda ni un plis plas en contárselo todo a la tropa. ¿Tropa? ¡Qué ingenua soy! La última vez que las conté no llegaban a diez inocentes piezas de este triste e insignificante ejército.

5 de abril de 3472, 18 horas 0 minutos 0 segundos y 0 milisegundos.

Hemos recibido el impacto de otra bomba temporal. A este paso no llego a cotizar para la jubilación. Todos los relojes del bosque marcan la misma hora, de forma exacta y elocuente. Esto no puede significar nada bueno. ¿Tendré intacta la bilocación?

Imagen base para la inspiración.
Una chica, de espaldas y disfrazada como Alicia en el país de las Maravillas, está en un bosque y en el suelo aparecen varios relojes, tipo despertador. Todos señalan las seis en punto.
Imagen de Emily_WillsPhotography en Pixabay

—Mi capitana, otro problema a abido. —Aquí no le da tiempo a una ni para tener incertidumbre.

—¿Qué pasa ahora Lenguaraz Smarty? —De aquí a unos minutos me sangran todas las orejas.

—Otras dos elementales muertas an zido. Una de vieja y la otra tras engullir un zimbordio de color castrulia—. ¿Y no podía haber caído la bomba justito en toda la mollera de la sargenta? Está claro, las diosas nos han abandonado.

—¿Cuántas quedamos, sargenta?

—¿Contándonos yo, usted y la diosa? Pues… —Sí, está contando con los dedos—. Semos cinco y media.

—¡¿Media?!

—Xasto, mi señora capitana. A Dorothy, la última bomba quedarse le a echo sin dos de sus brazos, una pierna, tres orejas y…

—Vale, vale… deja los detalles para el informe de la ambulancia. No le digas nada al resto de elementos, pero creo que de esta no nos salva ya ni un milagro de la Diosa Shastá. Reúne a toda la tropa que les voy a decir unas palabras.

—En realidad, señora, detrás nostra justo están. —La madre que la parió se podría haber dedicado a laborar en lugar de a reproducirse.

—Chicas —les digo mientras intento mantener la compostura y la voz firme y autoritaria. Necesitan aliento y brío. No es el momento de sembrar el pánico. Aunque viendo sus caras, yo diría que no tengo que disimular—. ¡Ha llegado el momento que todas estábamos esperando! !Afilemos nuestras garras, calentemos todas nuestras piernas, brazos y colas, y salgamos a luchar sin miedo a la muerte! ¡La Diosa Veniconmi nos espera con sus treinta y dos extremidades abiertas!

Dicho esto, desenvaino mis uñas telescópicas, preparo mis cabezas de repuesto y me pongo a gritar como una Ullottan, mientras lidero a lo que queda de mi tropa. Bueno, eso espero. Aunque prefiero no mirar hacia atrás y ver que no me sigue nadie.

—¡¡¡NO ME COGERÉIS VIVA, REPUGNANTES HUMANOS!!!


Relato publicado en el Reto Literario «Reto de Lubra: Tiempo» de Jessica Galera (@Jess_YK82)

Datos del Reto:
Crea un relato inspirado en la imagen y que cumpla con los tres Designios de Lubra que tienes que escoger y que, en consonancia, estarán relacionados con esa temática.

Condiciones:
# Primera frase de tu relato: «Soy demasiado viejo/a»
# Menciona el día, la hora, el mes y el año en el que te encuentras (lo más preciso posible).
# El Reloj Negro:
– Escribe la palabra «tiempo» cinco veces en tres líneas, demuestra tus dotes literarias.
– A lo largo del reto has de utilizar estas tres palabras: ZARRAMO,  CASTRULIA y TRANCASORDIO.
– Zámpate tres «H» en palabras que la lleven.